Esmeraldas es el nombre de una piedra preciosa….
Esmeraldas, una ciudad que atrae a quienes tienen algo que
crear, que plasmar, que soñar…allí vive Carlitos: el sueña con jugar y
divertirse en este nuevo caluroso día, un día como tantos otros….
Es una suerte que ya exista un supermercado en el centro de
Esmeraldas; por allí alguien siempre está dispuesto (o cae en la fácil solidaridad)
a regalar una moneda a quien dice
haberle cuidado el carro o lavado el vidrio….hoy es Carlitos, que es un niño: quien
sabe dónde vive, quien sabe quiénes son sus padres o sus hermanos….
En el que era un depósito de la basura al aire libre en el
centro de la ciudad, ahora es una plaza y lo que era el
edificio de la telefonía publica ahora es el conservatorio municipal de
música….pero además algo diferente está sucediendo allí, una luz diferente
brilla desde su puerta principal….alguien invita a los niños de la calle, los
que rondan alrededor de la plaza, a entrar…. Carlitos y sus amigos, los niños
que como el cuidan los carros del parqueadero, entran, suciecitos, desafiantes,
se acuestan en el suelo de cerámica fresco dando vuelta bajo el atónito rostro
de otros, igualmente niños, que igualmente sueñan con jugar y divertirse. Los
maestros, de violín y viola, cello, les abren los cajones de los escritorios de
sus aulas, a los unos como a los otros, les ofrecen marcadores y lápices para
dibujar, entrelazan juegos en grupo, a veces brindan sanduches y jugos: le dan
la mano en una ronda generosa, sin distinción alguna….por medio de una música
diferente enseñada con palabras respetuosas.
No podía que darse una metamorfosis tan perfecta: Carlitos
sube de los “barrios de abajo” (sector urbano marginal) llevando su violín para
recibir clase de música, perfumado y elegante con su mejor ropa, con zapatos
cerrados….entra en el aula, busca la misma sonrisa que lo cautivó la primera
vez, la misma voz suave que no había escuchado antes, el abrazo que lo desarmó,
un ambiente donde encuentra una armonía musical y espiritual que en la calle y
tanto menos en su casa ha experimentado.
Mas de 70 niños de todas condiciones sociales entran y salen
por esta puerta hacia las entrañas de un mundo diferente donde se da respeto y
se lo pide por igual, los niños tocan violín, viola, violoncello, contrabajo,
además de los instrumentos tradicionales de percusión, como la marimba el bombo
y el cununo….pueden bailar marimba, y todo esto se pudo juntar en una fusión peculiar que rescata la identidad
propia de la cultura afro.
Carlitos de donde viene, a donde va, todavía no lo sabemos,
vuelve, se pierde de nuevo, pero algo en su corazón no se borrará, no faltará
nunca un abrazo para el, o una hora de música cuando el llegue, así como para
sus amigos del barrio que en forma de contagio llegan curiosos de conocer, pero
que así mismo se pierden entre las casitas de la invasión de la rivera del rio
Esmeraldas.
Los maestros que se
han sucedido hasta el día de hoy, con su dedicación y profesionalidad se
esfuerzan permanentemente de considerar y estimular las niñas/niños y jóvenes,
la cuya autoestima se ha fortalecido…. los niños escuchan, observan, practican
y avanzan, cada uno con su proceso, abriéndose caminos nuevos gracias a la
música.
El trabajo de equipo mantiene unidos niñas/jóvenes. maestros
y padres de familia en un continuo transformarse, crearse y en la búsqueda de resolución
de conflictos…….
Han pasado tres años y todo esto sigue adelante, pero no es
camino fácil y sin espinas, (por ejemplo hubo periodos en que el director
musical quedó solo al frente de todos los niños que aprenden instrumentos de
cuerda frotada): queremos que la niñez y la juventud de Esmeraldas no pierdan
una oportunidad como esta.
Como hacer que más niñas/niños y jóvenes con sus familias
tengan la oportunidad de madurar, de abrirse y luchar para un mundo diferente? se
necesita gratificar los maestros que hasta hoy han permitido este proceso y
además garantizar el apoyo y la colaboración futura de más maestros de
instrumentos clásicos, con perfil creativo y solidario, dispuesto a luchar en
esta parte del país, por ciertos aspecto lejano, de abrir caminos y estar dispuestos a mantener
su compromiso en el tiempo con paciencia y constancia.
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